De cuando en cuando, las clarisas dejan de aceptar huevos. El trapicheo de materia prima para sus dulces a cambio de oraciones que rueguen que el cielo no se resquebraje el día de la boda de la donante se pone en pausa. Cuando el agostamiento lija la tierra, las monjas frenan sus peticiones. La novia mojada será́ afortunada. Nada medra sin agua. Hasta las vacaciones menguan sin un poquito de acuosidad. Salvo, informa Moreno Bonilla, en Andalucía, donde estará garantizado su suministro durante «las fiestas de la primavera». Después, ya veremos. Por la sequía, contaba el presidente, «podemos llegar a perder hasta un punto del PIB y decenas de miles de puestos de trabajo, algo que estamos viendo en la… Ver Más
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