No sé a quién le leí que introducir sueños en las novelas era un recurso de escritores perezosos. En la vida real es distinto: de repente, un sueño te golpea con tanta contundencia que despiertas y vas recorriendo el día con la sensación de que ese sueño resulta más real que cualquiera de tus experiencias de la jornada. Esta mañana amanecí con un mal sueño: me habían colocado un marcapasos. De repente, me sentía completamente limitado. La angustia me llevó a despertarme y a palparme el pecho. Mi mujer terminaba de prepararse en el cuarto de baño. «He soñado que me ponían un marcapasos», le dije. «Estás muy bien —contestó ella, sin contemplaciones—. Anda, levántate». Mi hija ha insistido en… Ver Más



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