El teniente de la Guardia Civil acusado de aceptar dinero de organizaciones de narcotráfico y de trabajar para ellas, entre otros delitos, no ha tenido este martes un buen día en la Audiencia de Sevilla, en la segunda sesión del juicio con jurado popular que está analizando tanto su actuación como el de otros dos encausados. Han declarado tanto el agente encubierto que lo “engañó” para descubrir sus planes como el director de investigación de Asuntos Internos y ambos han resaltado, con pelos y señales, las “numerosas ocasiones” en que Raúl P.M. propuso o ideó planes para delinquir, pidió información de traficantes para usarlos en su beneficio y ofreció dinero al compañero que se hizo pasar por corrupto por esos datos.
El origen de la investigación fue doble. El agente encubierto, que aún no lo era y que ejercía como teniente jefe del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) en Sevilla, ha explicado que el procesado lo invitó una vez a un palco del Betis y le presentó a otro acusado, José María C.C., quien allí mismo “se puso a hablar de narcotraficantes”, según ha añadido después el jefe de Asuntos Internos. Y a partir de ahí empezó a hablarle “de cosas que no son normales”.
Una vez avisado por el responsable del EDOA, el departamento de Asuntos Internos comprobó que Raúl P.M., teniente jefe de la Unidad de Seguridad Ciudadana (Usecic), comprobó en sus bases de datos información sobre M.G.L., un traficante a gran escala que poco después fue detenido en El Palmar de Troya con un cargamento de 1.100 kilos de cocaína escondidos en cajas de plátanos. “Era como el Cristiano Ronaldo de la droga”, comparó el agente encubierto. De hecho, aquel es el mayor alijo de la historia de Sevilla. Fue entonces cuando Asuntos Internos se dio cuenta de que este criminal estaba siendo investigado por otro lado por la Audiencia Nacional. Y en ese momento su responsable planteó al jefe de la EDOA que lo denunciase o que le siguiera la corriente, ya como agente encubierto. Eligió esta última opción porque la primera habría equivalido a un “palabra contra palabra”, sin más pruebas.
Antes de desgranar su actuación posterior, el agente encubierto ha reconocido que tenía “una relación cercana” con el acusado, aunque no eran amigos, y de hecho lo ha elogiado: “Era un gran profesional, uno de los mejores oficiales que he conocido, sin duda. Tenía un futuro muy prometedor, pero se torció”.
Tanto “se torció”, según sus propias palabras, que “prácticamente en 35 ocasiones” le propuso “robar la droga de los contenedores” que hay en la mismísima Comandancia de la Guardia Civil, en Montequinto. “Yo lo rechazaba porque era una locura. Al final se mosqueó y amenazó con que él iba a entrar a robar. Pusimos una alarma porque el teniente Raúl de verdad era capaz de entrar a robar”, ha recordado. Ese intento de robo, con el intercambio de los auténticos fardos de hachís por otros rellenados con arena, fue el punto final de la investigación. Esa noche fueron detenidos todos los acusados.
En todo caso, no fue la primera vez que el teniente propuso ideas “descabelladas” a quien consideraba que era otro agente corrupto. “Estaba loco por tener dinero”, ha enfatizado el encubierto, una opinión después compartida por el jefe de Asuntos Internos. “Hizo distintas maniobras y contactaba con distintas organizaciones criminales. Era error tras error, no le salía ninguna operación. Yo lo frenaba una tras otra tras otra, le decía ‘no sabes dónde te estás metiendo, te estás equivocando’. Cada vez que se enteraba de que había un alijo, me lo decía”, ha narrado.