«El padre de Miguel estaba obsesionado con que a su hijo lo estaban envenenando; decía en la consulta que un amigo le echaba algo en la Coca-cola; podría estar en un brote psicótico«. Esta ha sido la contundente declaración como testigo en esta segunda jornada del Jurado Popular del médico de cabecera del joven que apareció muerto el 21 de diciembre de 2012 con dos golpes en la cabeza, 17 puñaladas en el torso y medio cuerpo calcinado en su casa de campo de Palma del Río.

Hasta once testigos, entre ellos familiares del acusado y amigos de la víctima, así como dos repartidores de butano y un empleado de una gasolinera -a la que el acusado acudió a limpiar esa mañana de los hechos el coche- han declarado ante el Jurado de la sección Tercera de la Audiencia Provncial de Córdoba sobre las llamadas que hizo ese día el acusado o dónde se encontraba durante esas horas de la mañana.

A preguntas del Ministerio Fiscal -que no acusa en su calificación provisional de los hechos- y de la defensa los amigos de Miguelito han asegurado que no habían visto en su amigo ideas suicidas aunque sí que la noche anterior a su muerte les dijo en una llamada en altavoz a todos cuando volvían en coche desde Écija en las que les dijo de forma genérica que «algo gordo iba a pasar«, pero que ellos tomaron como algo relacionado con lo que decían los medios sobre el fin del mundo en esa fecha en el calendario maya.

El médico de cabecera ha declarado ante el tribunal del Jurado que el padre del joven estaba «obsesionado« con que un amigo de su hijo lo envenenaba por lo que buscaba pruebas que pudieran confirmar su teoría. »Le hicimos desde un TAC craneal al hijo, a numerosas pruebas del aparato digestivo, incluso test de drogas en la orina para descartar esas sustancias; no se encontró nada, porque no había nada; yo creo que la obsesión del padre se la pasó al hijo que somatizaba y decía que le dolía la barriga y molestias en el oído, nada relacionado con una patología concreta«, ha señalado este testigo.

En esta misma declaración sorprendidendo a la Sala, el médico ha asegurado que él cree, y lo dice «en esta fase del juicio porque nadie se lo había preguntado antes, que el padre del joven pudo estar sufriendo un brote psicótico« por su conducta de obsesión con el envenamiento de su hijo trasladándole a este su preocupación.

La defensa del acusado representada por el letrado Francisco Acosta ha hecho hincapié en su interrogatorio a los hermanos del acusado si Miguel era un niño querido por su padre y por sus tíos, señaladno todos como testigos que el acusado era un «padre coraje» o un «súperpadre» con Miguel.

La acusación particular ejercida por Francisco Muñoz Usano -que es la que ha llevado este caso hasta el Jurado Popular, y que solicita 22 años de prisión para el padre del joven de Palma , por su parte ha incidido en su interrogatorio en que los testigos aclararan si Miguelito, de 19 años, mostraba ideas suicidas o simplemente un síndrome neurológico que no afectaba a su salud mental.

Hay que recordar que el caso fue reabierto en 2021 ocho años más tarde por la Audiencia Provincial de Córdoba después de que fuera provisionalmente archivado por un Juzgado de Posadas. A pesar de las graves heridas, las primeras informaciones que se movieron apuntaban a un posible suicidio y se hablaba de depresión.



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