No se trataba de hacer un acto solemne, ni un homenaje al uso. Ha bastado con cerrar una terraza y reservar un almuerzo para celebrar los noventa años de Curro Romero en un encuentro con grandes figuras del flamenco que, por iniciativa de los propios artistas, le devuelven el cariño que el maestro siempre les ha dado. Sin protocolo ni postureo, entre los asistentes han estado Rancapino padre e hijo, Aurora Vargas, Nano de Jerez, Paco Cepero, Farruquito, Dorantes, Marina Heredia, David Palomar y Mariola Cantarero. También lo han acompañado compañeros de profesión como Espartaco, Pablo Aguado, Diego Urdiales y Manuel Escribano.
En estos ambientes, el Faraón de Camas no es un invitado, es uno más, pues los conoce y mantiene relación con todos ellos. Durante la velada han cantado y bailado como en el mejor recital que se pueda imaginar. En uno de los momentos el pianista David Dorantes le ha tocado su ya mítico ‘Orobroy’ y le ha dicho personalmente lo que ya escribió en sus redes sociales como felicitación: «Tu sabiduría es tan poderosa como tu esencia. El arte se tiene en el alma».
Con las fiestas navideñas tan cercanas, el resto de la jornada ha sido como una zambomba de lujo con villancicos y bulerías. Esta vez Curro no se ha arrancado a bailar como en aquel homenaje de 2016 que el mundo del flamenco el rindió en el Teatro Maestranza. Al terminar, venció la timidez y se arrancó subido al escenario. Como aquella vez, este nuevo encuentro ha traído a su recuerdo algunos de los momentos únicos con los flamencos. Tuvo la suerte de conocer a mitos como Pastora, Pinto, Caracol, Marchena, Terremoto, la Paquera, Chocolate, el Niño de la Calzá, el Beni, Pericón y por supuesto, Camarón, al que le unió una gran amistad hasta el final.