Después de perder en Balaídos, el Betis se despidió de la Copa del Rey exhibiendo contra el Alavés el peor juego en lo que va de temporada. Pellegrini hizo debutar al joven Nobel Mendy, situó a Assane Diao de delantero centro y dio la batuta a Rodri. El experimento no funcionó en la parte ofensiva. Los verdiblancos dejaron que el rival llegara a puerta con demasiada facilidad, fueron incapaces de controlar el partido y Assane acusó su inexperiencia para jugar de 9: se nota que lo suyo es correr la banda, encarar a su contrario, pero tiene dificultades para desmarcarse y ejercer de referente ofensivo. Además, carece del instinto oportunista que distingue a los goleadores. La delantera bética no funciona y prueba de ello es que los últimos tantos los han materializado defensas como Ruibal y Pezzella. Si Isco y Ayoze no tienen el día, no hay quien logre hilvanar jugadas ofensivas. Para colmo, en el último encuentro contra el Celta a algunos defensas, como Sokratis, se les notó desubicados. El centro de campo no consigue hacerse con la manija de los partidos. William Carvalho, que entró en la segunda parte, está lentísimo, errático. Más allá de la apuesta táctica, la alineación del chileno constituye un toque de atención a la plantilla, especialmente a aquellos jugadores cuyo rendimiento está por muy debajo de sus posibilidades. Ni siquiera cuando el Betis perdía, el técnico sacó a Borja Iglesias, William José o Luiz Henrique, los tres jugadores más ofensivos. Prefirió meter en el campo a Juan Cruz, que apenas ha gozado de oportunidades hasta la fecha. Solo al final optó por Fekir y William José, que no aportaron nada. Hay dos maneras de censurar: de palabra o con actos. Seguir viendo el partido desde el banquillo cuando tu equipo pierde y tú eres teóricamente una baza ofensiva, sin duda constituye una humillación para el futbolista y un escarmiento que da el entrenador. Me acordé que, en la temporada 1929/30, el Alavés-Betis acabó generando un cisma en el club verdiblanco. Algunos jugadores se habían borrado de la convocatoria. El Betis tuvo que alinear a varios suplentes y perdió. El club sancionó a distintos futbolistas, entre otros al mítico Andrés Aranda. Quedó claro por primera vez que los jugadores debían comportarse como profesionales y rendir como tales. La plantilla tomó nota y en la Copa del Rey del siguiente año el Betis deslumbró. Aunque estaba en Segunda División, eliminó a la Real Sociedad, al Madrid y al Arenas de Guecho. Solo perdió en la final contra el Athletic de Bilbao, que había ganado ese año la Liga. En aquel partido contra el Deportivo Alavés hace casi un siglo, el Betis cayó merecidamente. El bajo rendimiento de muchos jugadores obligó al club a tomar medidas. Varios jugadores fueron traspasados y la entidad verdiblanca lanzó un mensaje inequívoco: se puede ganar o perder, pero el empuje y el compromiso son innegociables. Desconocido Un Betis absolutamente desdibujado y sin capacidad de reacción se apea de la competición copera en el primer compromiso de seriedad. Perdió el partido y el respeto de sus contrincantes, que ya no le temerán. El Betis ha empezado el año de la peor manera, perdiendo en dos competiciones contra dos equipos con plantillas muy inferiores. En ambos encuentros, ha dado muestras de una alarmante debilidad de medio campo hacia adelante. Especialmente con el marcador en contra, fue incapaz de reacción alguna. Los jugadores vascos ganaban la mayoría de duelos; los verdiblancos parecían haber olvidado cómo conectar entre sí. Al Alavés le bastó poner contundencia, ganas y velocidad. Jugó como juega siempre y ganó. El marcador se quedó corto. El Betis, por el contrario, no solo perdió el encuentro y la eliminatoria, sino su habitual estilo y personalidad. Pellegrini hizo cambios, pero el Betis no cambió. El chileno tendrá que tomar otras medidas. La reprimenda en el siguiente entrenamiento se me antoja monumental. Hagan apuesta: ¿reaccionará el Betis como ocurrió hace un siglo, tras caer en Mendizorroza?
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