Malviviendo se estrenó hace 15 años con su capítulo piloto «Me dicen Negro». David Sainz, guionista, director y protagonista de la serie, introdujo a su personaje, El Negro, en un primer contacto que encandiló a los espectadores.
Tres temporadas y 30 capítulos después, la banda de Los Banderilleros (barrio ficticio de Sevilla en el que se desarrolla la trama) se despidió de la pantalla en 2014 con un final redondo que consagró este proyecto como una auténtica leyenda de la comedia andaluza.
No es fácil tratar temas como el tráfico de drogas, la prostitución y el día a día en un barrio humilde castigado por la desigualdad económica en una ciudad como la capital hispalense.
Al menos, eso parecía antes de que Sainz consiguiera que El Negro, El Zurdo, El Kaki y El Postilla, entre otros, fueran la representación viva de una generación criada en el barro.
«Fumar juntos, morir solos»: 15 años de la filosofía de Malviviendo
Entre risas y canciones, Malviviendo consiguió expresar un sinfín de conceptos arraigados en la sociedad, y más concretamente en las calles de Sevilla. La juventud desencantada consiguió sonreír ante las eternas adversidades sin perder el espíritu crítico gracias a las representaciones disparatadas de la que puede ser la serie digital andaluza por antonomasia.
Ya en el piloto que cumple años este viernes, se plantea un panorama desalentador para El Negro, que se encuentra aparcando coches buscando, al menos, un sustento para cerveza y hachís. Sainz interpreta durante tres temporadas a un joven canario sin esperanzas, que no tiene más que una «litrona», una «china» y sus amigos:
Desde Mateo Ruiz Kazakievo («el dorado bailarín dopado») hasta el inspector Robledo, pasando por El Rata, la variedad de personajes en Malviviendo se hace notable desde el minuto uno.
La suma de todos ellos pinta un retrato agridulce de la vida «de calle» bajo el sol abrasador de Los Banderilleros, que se recuerda con especial ternura por los valores que representaron Sainz y compañía en un guion escrito con puro arte.
Pero todo fueron frases que se convirtieron en máximas, como «Ni una, ni dos, ni tres, sino tres». Malviviendo también representaba el florecimiento de la amistad y la lealtad en un entorno marginal.
SFDK le puso ritmo a la filosofía de Malviviendo con un tema homónimo escrito especialmente para el final de la serie, que sirve como perfecto resumen de lo que Diffferent (la productora de los artífices del proyecto) buscaba evocar con su obra maestra:
Aunque hayan pasado tres lustros, es mejor momento que nunca para recordar lo que fue este canto a la humildad y el «compadreo» con un paseo por Sevilla, un litro fresquito y una lluvia de cogollos, no de flores.