Desde el verano, la artista andaluza ha recorrido escenarios de todo el país, pero Sevilla anoche fue testigo de una velada mágica. El ambiente vibraba con la expectación de los asistentes que poco a poco llenaban el recinto que colgó hace tiempo el cartel de ‘no hay entradas’.
A pesar de que hace tan solo unos meses que Niña Pastori cantó en la provincia de Sevilla, concretamente en Mairena del Aljarafe, los sevillanos se mostraban impaciente por volver a disfrutar de la voz de la gaditana. Hasta el punto de que el concierto tuvo que retrasarse unos minutos por la gran afluencia de público que aún se encontraba entrando en el recinto. Mientras tanto, los asistentes ya presentes se animaron a tocar las palmas e incluso a cantar algún que otro villancico.
Una noche para el recuerdo
Las luces del auditorio se apagaron, pero Sevilla se encendió, al igual que las pantallas en las que aparecieron Rancapino y Juan Villar para hacer una declaración entre risas de las intenciones que tenía la cantante; «Cantar bien por alegrías es muy difícil. Y transmitir por alegrías es más difícil todavía». «Para mí el flamenco es mi vida. El cante es lo más grande en el mundo», reconocieron los artistas.
El escenario se iluminó con una tenue luz que resaltaba la silueta de los músicos, que fueron haciendo compases flamencos. Con ellos, Niña Pastori hizo su entrada triunfal, recibiendo una ovación de sus seguidores. Empezando al más estilo flamenco, recordando sus inicios, por alegrías, al ritmo de ‘tirititrán tran tran’ que dejaron ver la entrega del público y las ganas que tenía la gaditana de hacerles disfrutar.
Un encuentro único con sus seguidores
«Soy consciente del esfuerzo que hacéis comprando entradas para venir a ver artistas» Son las primeras palabras que Niña Pastori le dedica a sus espectadores, aunque no fueron las únicas, ya que se mostró todo el concierto muy cómplice con el público. A través de gestos constantes de agradecimiento le hizo saber su emoción por dar este concierto.
Hubo momentos íntimos en los que Niña Pastori compartió con Sevilla, conectando de manera especial con sus admiradores. Incluso son varios los fan con pancartas y regalos que se los hicieron llegar durante las primeras canciones.
El repertorio incluyó tanto clásicos de su carrera como nuevas canciones de su último álbum ‘Camino’. Temas como ‘Pon que dale’, ‘Yo nací para vencer’, ‘Regoleta’ o ‘Bon Dia’ en los que mezcla flamenco pop, con toques latinos, e incluso se atreve con algunos ritmos de electrónica. Pero si algo no falto en ningún momento fueron las palmas flamencas y los continuos bailes de la gaditana.
También hubo lugar para sus grandes temas, que, tras una breve pausa en la que Chavoli tomó el escenario, crearon el momento más esperado de la noche, a modo de medley, se unieron «Cai», «Ya no quiero ser» y «Cuando nadie me ve», canción que comparte con Alejandro Sanz. Tejiendo cada canción de una manera muy minuciosa, supo enlazar distintas épocas, estilos e incluso versiones como «El cantante» de Rubén Blades o «Burbujas de amor» de Juan Luis Guerra.
A lo largo del concierto fue dando protagonismo a todos y cada unos de los artistas que la acompañaban en el escenario, subidos a unas escaleras y entre un par de árboles e incontables luces. Músicos encabezados por Julio «Chaboli» Jiménez Borja (director musical, percusionista y guitarrista), Manuel Jesús Urbina (guitarra), Sandra Zarzana y ‘Toñi’ Nogaredo (coristas), Luis Manuel Guerra (pianista), Yuri Nogueira (batería) y Jonatan Muñoz (bajo).
La gran sorpresa de la noche fue Fran, sobrino de la cantante, que interpretó ‘Bachata Rosa’ de Juan Luis Guerra y ‘Falso Amor’ de Trueke, Pikeras & Kickbombo. Gracias a él, Niña Pastori recalcó que lo importante de la música es transmitir, da igual el género musical.
Para acabar interpretó «Y para qué», pero tras un breve descanso que el público ánimo al grito de «otra, otra», la cantante volvió para sorprender con un villancico, «Yo vengo del Monte», que cantó de manera exclusiva para los sevillanos.
Aunque el verdadero broche de oro lo puso con ‘Yo tengo una cosa’ con la que Niña Pastori demostró anoche ser una abanderada del flamenco, llevando a su público por un viaje musical lleno de emociones y fusionando estilos de manera magistral. El concierto en Sevilla no fue tan solo un concierto más, sino más bien el testimonio del legado y la evolución artística de una de las artistas más respetadas de toda una generación.