Llega el momento de arrancar la última página del calendario de 2023 y se acaba así un año que para el Betis Baloncesto ha estado marcado por dos momentos clave: el descenso a la LEB Oro, tercero (dos llevados a efecto) desde que la entidad heliopolitana salvara de la disolución al otrora CB Sevilla; y la venta de la propiedad al conglomerado Xoy en el último trimestre tras una negociación que se inició en primavera, se pausó con la pérdida de la categoría y se retomó y cerró a principios de agosto hasta que pudo anunciarse finalmente en octubre, a pocas horas de la apertura de la temporada. Ha sido un año convulso y, deportivamente hablando, repleto de sinsabores por tanta derrota acumulada (la última, este sábado), lesiones, fichajes, la frustración de otro descenso y el adiós a trabajadores históricos del club a quienes rescindió el Real Betis con el fin de aligerar la estructura.
En enero de 2023, el conjunto verdiblanco estaba en descenso tras vencer en sólo dos de las trece primeras jornadas. La renovación de la columna vertebral del equipo, así como la continuidad de Luis Casimiro en el banquillo y Berdi Pérez en la dirección deportiva, no obtuvo los resultados previstos. Incluso se firmó a Shannon Evans una temporada más cuando parecía imposible que siguiera en el Betis, siendo pilar fundamental de la permanencia en 2022, pero ni así se logró que el equipo pudiera estabilizarse en una zona cómoda de la tabla.
No ayudaron las lesiones, que fueron caballo de batalla toda la temporada y afectaron esencialmente al juego interior. Nzosa, cedido por el Unicaja, jugó sólo cuatro minutos con la camiseta verdiblanca. Se llevó en el dique seco todo el curso. La campaña, que arrancó con la ilusionante Supercopa organizada en el pabellón San Pablo, rápidamente se torció por un cúmulo de factores y ello obligó al club y al equipo a nadar a contracorriente. El año 2023, con el equipo colista de la ACB, comenzó con noticia el 1 de enero. Después de varias semanas rastreando el mercado en busca de un pívot, el Betis se hacía con los servicios de Luke Fischer, cuya estancia en Sevilla pasó desgraciadamente desapercibida.
El adiós de Evans
La plaga de lesiones también atacó al estadounidense, que se fracturó un dedo en una desafortunada acción en un entrenamiento y tuvo que ser intervenido quirúrgicamente. La mala suerte se cebaba con el equipo, que el 3 de enero venció al Gran Canaria en San Pablo y doce días más tarde, el 15, se despedía de Shannon Evans con una derrota ante el Monbús Obradoiro. Evans, ídolo de la afición, se marchaba al Valencia Basket a cambio de una cantidad compensatoria (unos 300.000 euros) que se reinvirtió en parte en nuevos fichajes para reconducir el rumbo.
Al margen de Fischer, el Betis firmó a seis jugadores más: Tyson Pérez, Zsombor Maronka, Jean Montero, Anzejs Pasecniks, Josh Gray y Jeremy Pargo. Incluso a Txemi Urtasun, que venía entrenándose desde la pretemporada con el grupo, hubo que activarle la ficha ante los serios problemas con las lesiones que dinamitaban la solidez del grupo. A San Cristóbal de la Laguna, por ejemplo, para medirse al Lenovo Tenerife, viajó con los recursos justos. Allí debutó Tyson, que junto a Montero, también dominicano, conformó la alianza más productiva del Betis Baloncesto en la segunda vuelta tras el socavón que dejó la salida de Evans.
Igual que llegaron jugadores, otros se marcharon. Fueron los casos de Kurucs, Hill, Tsalmpouris y el propio Gray, cuyo rendimiento no convenció. Es más, fue adelantado en la rotación por Pepe Pozas, víctima de la lesión más grave de la temporada justo cuando mejor se encontraba el malagueño. El año venía torcido. Como sustituto de Gray llegó un veterano con experiencia en la Euroliga, Jeremy Pargo, último movimiento en la plantilla de un Betis que remontó el vuelo a principios de abril. Le ganó en San Pablo al Lenovo Tenerife y firmó un serial de cinco victorias en siete jornadas, la última en Gerona, que cayó en saco roto al ceder en casa en el partido clave contra el CB Granada.
Descenso en Madrid
De haber ganado, habría sellado la salvación. Como no lo hizo, se quedó al borde del precipicio. Tenía que ganar al Real Madrid a domicilio o que el Granada no lo hiciera ante el Joventut. Y ninguno de los supuestos se dio. El descenso se materializó el 24 de mayo en el WiZink Center. Uno de los días más duros del club de baloncesto sevillano en esta etapa, que va camino de los ocho años, con el escudo de las trece barras. El proyecto en la Liga Endesa había fracasado. Y esta vez no por falta de inversión sino por una gestión deficiente a todos los niveles.
Ya en primavera surgieron rumores de venta fundamentados. Empresarios mexicanos habían estado en Sevilla y en otros puntos del país buscando un club de baloncesto en el que invertir. Era el holding del venezolano con nacionalidad azteca Carlos Lazo. Enfriado el interés en verano, con los mexicanos lejos del desembarco aún, el Betis redujo costes adelgazando la estructura prescindiendo de trabajadores y/o renegociando con ellos. Entre ellos Fernando Moral, presidente de los últimos nueve años, que abandonaba el club. Como también Raúl Pérez, leyenda del Caja que ejercía como responsable de relaciones institucionales.
Con el descenso llegaron los recortes severos y se abrió la puerta de la austeridad a través del mensaje enarbolado por el CEO verdiblanco, Ramón Alarcón. La inversión del Betis en la sección de baloncesto se reduciría drásticamente en la nueva política de reestructuración de las secciones al tiempo que el listón del objetivo se bajaba: el ascenso a la ACB no era prioridad. Conforme se cerraron los primeros fichajes, se comprendió que la permanencia en la segunda categoría era el objetivo. Javi Carrasco ascendió a primer entrenador y Armando Guerrero, que nunca había ejercido el cargo de director deportivo en un club de LEB Oro, reemplazaba en el puesto a Berdi Pérez.
Xoy entra en escena
Tocaba hacer encajes de bolillos para exprimir el presupuesto conformando una plantilla competitiva. Con cinco fichajes atados llegado el mes de agosto, la planificación se detuvo. ¿La razón? Que el viaje del Real Betis Balompié a Guadalajara (México), para afrontar el derbi amistoso en la ciudad tapatía, fue aprovechado por los dirigentes verdiblancos para sentarse de nuevo con los ejecutivos del conglomerado Xoy. Esta vez sí hubo trato y apretón de manos.
A partir de ahí ya comenzaron a tomar decisiones los responsables del área deportiva del grupo mexicano, con Iván Déniz a la cabeza. Llegaron seis jugadores más antes del inicio de la temporada. El anunció de la venta se produjo el 4 de octubre, el día siguiente se presentó ante los medios y 24 horas después debutó el Betis Baloncesto, ya con la publicidad de Xoy Sports en la camiseta, ante el Leyma Coruña en San Pablo. Se trabajaba a toda prisa, a contrarreloj.
Después de un verano tan complicado, que el equipo comenzara mal no sorprendió a casi nadie. Con tanto jugador llegando a última hora, la pretemporada no sirvió de nada y se prolongó con el curso en marcha. Se perdieron los tres primeros partidos, se ganó en Melilla y, tras las dos siguientes derrotas, los dirigentes de Xoy tomaron la decisión de prescindir de Javi Carrasco y entregarle la pizarra al italo-brasileño Bruno Savignani. Al equipo han continuado arribando jugadores y son ya, entre entradas y salidas, casi 30 movimientos los efectuados en el plantel desde principios de julio. Xoy está invirtiendo, sin duda, aunque por ahora esa proactividad no se está traduciendo en los resultados deseados. No carbura el equipo, que apenas ha ganado en cuatro de las quince jornadas celebradas.
Balance
El Betis Baloncesto, que inició el año en la última posición de la ACB, lo cierra en la parte media-baja de la LEB Oro, decimoquinto, con las mismas victorias que dos de los tres equipos en zona de descenso. Sumando sus números en las dos categorías, sólo ha ganado 7 de los 18 partidos jugados en casa y 12 de los 36 disputados en total. Mucho trabajo tienen por delante en 2024 los responsables de Xoy para revitalizar un proyecto en horas bajas que sólo saldrá de este bucle ganando partidos. Es el único modo de atraer de nuevo a la afición desencantada por tantos años de contadas alegrías y de crisis de resultados como común denominador.